Mi abuela estuvo conservando, hasta que los recuerdos la acompañaron, el primer chusco de pan que le dieron a su hijo Diego durante su servicio militar en Ceuta. Era, no lo duden, la más preciada de sus pertenencias En aquellos años, la mili era la continuación natural de la guerra, y en ella se sufría casi el mismo hambre. De pan y de libertades. Aquel mendrugo, del que su hijo se había privado para enviárselo a ella, sobrevivió petrificado en una bolsa de tela con la forma de la gorra de los legionarios. Yo me imagino aún de pequeño curioseando en el armario de mi abuela y mirando aquella extraña reliquia, desmoronándose como un terrón de tierra seca. Lo recuerdo con aprehensión pero también con el corazón encogido ante tal gesto de amor.
«La cesta de pan» (1945)
Salvador Dalí
De «El libro de las cosas»
© El libro de las cosas