A veces soltamos una opinión con la contundencia de quien cree que sus razones son las únicas que mueven este mundo. Estamos convencidos de que vamos a acertar de pleno y no nos importa herir la sensibilidad o el orgullo de alguien. Toda nuestra energía, nuestra rabia, empujan esa bola, dispuesta a impactar con fuerza y a echar por tierra los pobres argumentos de nuestro opositor. Pero la bola se desvía de su trayectoria y ni tan siquiera tenemos la valentía de reconocer que estábamos equivocados, que habíamos prejuzgado al otro y que, en realidad, tenemos aún mucho que aprender. Nos queda otra tirada y esta vez, preparaos, vamos a hacer strike.
Barcelona, 2 de junio del 2019.